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Historia

El colegio Ramón B. Jimeno, fue creado en diciembre del año de 1971, como resultado del acuerdo convencional de 1971. En la administración de Daniel Rueda Briceño de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, la Junta Directiva de la Empresa mediante Resolución n° 0031 del 16 de diciembre de 1971 creó el Colegio y fijó los estatutos de su ordenamiento. Se le asignó el nombre del primer promotor de una empresa de agua en la ciudad de Bogotá: Ramón B. Jimeno, quien en 1888 hizo las primeras conducciones de agua por tubería para la capital.

El gerente, sus asesores e integrantes del sindicato de la empresa, definieron la organización del colegio. Esta institución, tal como lo definió la Convención de trabajadores de la empresa en el año 1971, se constituyó como un colegio mixto de  enseñanza media para los hijos de los empleados y pensionados de la empresa pública, cuya dirección y funcionamiento quedó bajo la responsabilidad de la empresa, siguiendo las disposiciones vigentes del Ministerio de Educación Nacional y de la secretaria de educación de Bogotá. El colegio entró en funcionamiento en el año de 1972.

La concepción pedagógica inicial de la institución no aparece en los documentos consultados como un enfoque específico proveniente de alguna escuela pedagógica. Más bien, estos documentos establecen a que estudiantes se quiere formar. Así, parte de: “una visión del ser humano que orienta la apreciación del mundo y de la historia  y del saber en  cada uno de los miembros de la comunidad educativa con exigencia en el estudio, la profundización y actualización de las nociones sobre el hombre y su realidad”. Todos los esfuerzos apuntaron, en aquella época, a la formación del sujeto en su individualidad “la dimensión personal del estudiante es aquel centro unificador integrador de sus funciones, tendencias y energías para que logre su propia identidad y las ponga en marcha, en comunicación y comunión con los demás para realizar su proyecto de vida”. La concepción pedagógica se sintetiza en la formación de una persona con “creciente capacidad de pensar, amar y decidir”.

Bajo estos presupuestos, el colegio fue dirigido por el rector fundador, Julio A. Cortes Gutiérrez, durante siete años. Tiempo en el cual el currículo que guiaba la institución incluía  cierto énfasis en formación vocacional, con el propósito de que los estudiantes se insertaran al mercado laboral; no obstante, el carácter académico del colegio.  

Así, para el año 1981, se registra en el colegio un departamento de “artes industriales” con las siguientes actividades: mecánica industrial, encuadernación, tejidos, bordados, metalistería, culinaria, modelado, artesanías, mecanografía, dibujo técnico y cerámica. Algunas de estas actividades eran definidas como especialidades a partir de tercer año y otras como complementarias. En primero y segundo de bachillerato, los estudiantes participaban de los distintos talleres; al término del cual, ellos elegían el taller que  les posibilitara definir la especialidad. Sin embargo, este proceso no era en todos los casos selectivo y continuo, dependía de la disponibilidad de cupos y de la actividad, porque algunas eran suprimidas por falta de docentes o de demanda.

Este énfasis en educación vocacional, con mayor o menor intensidad, continuó hasta el año 1997, cuando se construyó el Proyecto Educativo Institucional. Mientras, la institución manejaba el desarrollo de las actividades vocacionales y técnicas, así establecidas  en la resolución n° 2332 de 1974 como si fuera una institución de carácter técnico, en relación al trabajo de orientación vocacional y en la definición de una actividad técnica en los últimos años de formación. Pero, con intensidades horarias del bachillerato académico y una organización en la distribución de los maestros semejante al bachillerato técnico. En la ceremonia de grado, los estudiantes recibían junto con el diploma que los acreditaba como bachilleres académicos, una constancia de la educación técnica recibida, certificación carente de validez porque la institución en términos legales no tenía una vocación técnica.

Al igual que la definición del currículo se mantuvo, con algunas variaciones, por veinte años; los principios para la formación de los estudiantes que le dieron fundamento al colegio son similares a los planteados en sus inicios. Similitud en planteamiento que supone la formación de un individuo en su “dimensión personal”. Para 1981 fueron enumerados así:
-    Nuestra misión es formar hombres de bien
-    Un hombre bien formado sabe distinguir lo esencial de lo caprichoso y aparente
-    Un hombre bien formado es responsable. No desmaya ante los obstáculos
-    Un hombre bien formado actúa con decisión y optimismo
-    Un hombre bien formado irradia su acción hacia los demás

En 1986 hay un esfuerzo por evaluar, fortalecer y planificar los procesos educativos en el colegio.  En el documento de planeación institucional para 1987, se habla de pedagogía activa y jornadas de formación en pedagogía conceptual, del proceso de enseñanza – aprendizaje,  se cuestiona la falta de unidad de criterios  pedagógicos en los docentes y se implementa la normalización del sistema de aula especializada (salones organizados o asignados por áreas aunque sin un componente de materiales y ambientes correspondiente a cada área) y a la  integración curricular: “Se creará conciencia general sobre el sentido y responsabilidad del currículo como acción integrada, global, dinámica e investigativa”.

Así, el enfoque de la educación “jimenista” para 1986 fue formulado como “una praxis pedagógica con los principios básicos de la escuela nueva (Montessori, Pestalozzi), con insistencia en los métodos activos, inductivos, de responsabilidad personal y de confianza en el estudiante; junto con la polaridad del sistema educativo en la dignidad y proyección del estudiante, sujeto y centro de la educación (principio del personalismo de E. Mounier)” (en “Planteamiento institucional 1987”).

De este modo se formularon sus principios  orientadores:
-    El fundamento, principio y eje de toda acción pedagógica es la dignidad de la persona autónoma, singular histórica y social, llamada a su realización en la sabiduría, en la alteridad y la trascendencia.
-    Todo momento y acción del proceso formativo del colegio están orientados a favorecer experiencias para que el estudiante elabore su síntesis personal y disposición ante la vida; desarrolle sus potencialidades humanas, su capacidad creativa, valorativa y de juicio crítico y su proyecto histórico de participación social.
-    EL colegio fomentará un ambiente valorativo en el que por medio de actitudes, grupos, personas y situaciones se aprecien y asimilen toda clase de valores, especialmente los morales, patrimonio y garantía de la convivencia humana.
-    La cultura, la ciencia, la técnica y la ética constituyen la gran riqueza que el colegio ofrece a sus miembros para que penetren e instrumenten su itinerario personal por esos campos que presentan cada vez con mayor calidad, amplitud, profundidad y actualidad.
-    Los directivos y profesores del colegio Ramón B. Jimeno asumen su trabajo como una auténtica vocación en servicio del hombre y de la construcción de la nación colombiana.

No obstante, las intenciones de generar una coherencia pedagógica en la institución, en la práctica no se logró tal coherencia. Los aportes recibidos en las jornadas pedagógicas eran acogidos de manera individual por algunos docentes, sin una definición metodológica a nivel institucional, más allá de los presupuestos pedagógicos planteados. En  la práctica, cada docente definía su plan de trabajo de acuerdo a su propia experiencia y los intercambios y retroalimentación del trabajo en el aula, se daban de manera informal y sin un seguimiento claramente definido.  Situación que persistió hasta la implementación de la Ley General de educación de 1994.